Una nueva investigación ha revelado que las crías de tortuga marina que entran en el mar desde playas de anidación situadas cerca de embarcaderos tienen una elevada probabilidad de ser devoradas.
El estudio, publicado hoy en la revista Biological Conservation, ha hallado que estructuras tales como embarcaderos son un refugio atractivo para peces que nadan al acecho de una presa fácil.
Phillipa Wilson, autora principal del estudio y que se encuentra realizando un doctorado en la Universidad de Australia Occidental, dice que el estudio presenta pruebas de que los embarcaderos cerca de playas de anidación de tortugas aumentan la depredación de las crías.
“Los embarcaderos atraen a un gran número de peces depredadores tales como el pargo rojo de mangle (Lutjanus argentimaculatus). Proporcionan un refugio artificial para los peces y cuando se localizan cerca de una playa de anidación pueden aumentar enormemente la amenaza para las crías,” dice.
“Casi tres cuartos de las crías que entran al mar por primera vez fueron devoradas por peces aun estando cerca de la orilla. Esto significa que las crías tenían siete veces más probabilidades de ser devoradas en una playa cerca de un embarcadero que una sin,” dice.
El Dr. Scott Whiting, del programa de ciencias del Departamento de Biodiversidad y Conservación de la universidad, dice que esta investigación presenta pruebas para poder ayudar en la toma de decisiones sobre los desarrollos costeros cerca de playas de anidación.
“Puesto que el desarrollo costero es una de las principales amenazas para las tortugas marinas en todo el mundo, comprender los efectos de los muelles será extremedamente útil para los gestores a la hora de hacer recomendaciones sobre el impacto medioambiental asociado a estas estructuras,” dice.
El equipo de científicos monitorearon las crías de tortuga plana (Natator depressus) en la isla Thevenard frente a la costa noroeste de Australia. Esta especie solo anida en las playas australianas y está clasificada como vulnerable.
Se adhirieron unas pequeñas marcas emisoras de sonido a 61 crías para monitorizar sus movimientos en el océano. Las señales de las marcas fueron detectadas por unos receptores submarinos, permitiendo a los científicos seguirlas tras haber entrado en el mar.
La Dra Michele Thums, coautora del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, ha sido pionera en el uso de estas diminutas marcas para seguir remotamente a las crías en el agua, permitiendo por primera vez medir remotamente la tasa de depredación.
“Solo una pequeña proporción de las crías llega a la edad adulta. Estamos hablando de tal vez una de cada mil. Puesto que representan la siguiente generación, cualquier aumento en la mortalidad puede afectar a la población en el futuro,” dice.
Wilson dice que lo normal es que, una vez en el mar, las crías naden rápidamente en línea recta desde la playa.
“Sin embargo, las crías que monitorizamos se comportaban de forma distinta, nadando en paralelo a la playa y muchas quedándose bajo el embarcadero durante el día. Aquí fue cuando nos dimos cuenta que ya no estábamos monitozando a las crías nadando, sino que estábamos siguiendo marcas que estaban dentro del estómago de los peces,” dice.
Los peces depredadores usaban el embarcadero como refugio durante el día y por la noche salían para alimentarse de las crías que entraban al mar.