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Décadas de contaminación química, causa probable de la mortandad de focas en Maine

En solo tres días, el mar ha arrastrado a la playas de Maine hasta 40 focas. Diez de ellas seguían aun con vida y pudieron ser rescatadas. Con sistemas inmunes muy comprometidos por contaminantes como el PCB, los mamíferos marinos del golfo de Maine, en la región noreste de Estados Unidos, son propensos a enfermedades víricas y bacterianas.

Los investigadores empiezan a relacionar la súbita mortandad con décadas de contaminación química que ha hecho a la población de focas vulnerable a contaminantes y enfermedades.

“No creemos que estos animales estén biológicamente sanos,” decía Susan Shaw, bióloga marina de la organización Blue Hill.

Shaw lleva estudiando durante casi dos décadas los efectos de los químicos antropogénicos tales como los bifenilos policlorados – PCB – en la salud a largo plazo de las focas comunes. Sus resultados, basados en muestras de tejido fresco, revelan que la población de focas comunes en el golfo de Maine está cargada de químicos tóxicos inmunosupresores, conclusiones que están en línea con pruebas científicas de estudios realizados en ballenas, delfines, marsopas y otros mamíferos marinos en los Estados Unidos, Canadá y Europa.

“Cuando se presenta algún patógeno, las focas enferman y mueren rápidamente,” dice.

En lo que va de año, han sido reportadas más de 400 incidentes a lo largo de la costa de Maine, muy por encima de la cifra para el mismo periodo en cualquiera de los siete años anteriores. Este total incluye focas comunes y focas grises.

La mortandad de focas actual ha dejado colapsados los centros de rescate como el Marine Mammal of Maine, la organización sin ánimo de lucro que gestiona una red de voluntarios que responde a las llamadas de animales hallados embarrancados en el sur de la costa de Maine. Los voluntarios evalúan qué focas están enfermas o débiles para trasladarlas al centro de rehabilitación en Harspwell o a una clínica alternativa fuera del estado.

En la última semana, los voluntarios han respondido a 100 cien llamadas informando casos de focas muertas en las playas del sur de Maine. El teléfono ha estado sonando las 24 horas, explica Lynda Dougthy, directora ejecutiva del grupo.

No hay ninguna razón obvia que explique la repentina aparición de tantos casos, independientemente de la edad. Además, las focas están llegando en estados distintos de descomposición. Por el momento, las lecturas del agua no detectan ninguna anomalía y los animales muertos no sufrían ninguna malnutrición.

Primavera y verano son los meses en los que la mortalidad aumenta porque es cuando las crías tratan de sobrevivir por su cuenta, los adultos mudan el pelo y es más probable que las focas sean golpeadas por alguna embarcación.  Sin embargo, el volumen de animales muertos o moribundos este verano es inquietante.

Se desconoce los efectos en la población general de focas comunes. El mamífero es uno de los más comunes de los Estados Unidos y, aunque está protegido legalmente, la especie no se considera en peligro de extinción ni amenazada.

Shaw, fundadora del Shaw Institute, lleva estudiando los tóxicos en las focas y otros mamíferos marinos desde el año 2000. Un nivel elevado de exposición a los PCB entre las crías de focas comunes fue uno de los primeros hallazgos.

“El peso de las evidencias sugiere que los animales que se ven expuestos a distintos contaminantes ambientales son propensos a enfermedades víricas o bacterianas,” dice Milton Leve, profesora de la Universidad de Conectica, que también estudia el efecto de los contaminantes y tóxicos en los mamíferos marinos.

De los cientos de químicos analizados por el Shaw Insitutite desde 2001, los PCB son de lejos el principal contaminante en las focas comunes. Aunque prohibido hace más de 40 años, los PCB siguen siendo extremadamente persistentes en el océano y sigue liberándose en equipos de transporte viejo, transformadores y vertederos. El compuesto causa graves efectos en la salud de los animales, incluidos los sistemas inmune, reproductivo, nervioso y endocrino y es un probable carcinógeno en humanos.

Como máximos depredadores marinos, los mamíferos marinos (focas, delfines y ballenas) acumulan niveles increíblemente elevados de contaminantes en sus tejidos y son importantes indicadores o “especies centinelas” de la contaminación de la cadena alimentaria marina. Niveles elevados de químicos que alteran el sistema endocrino han sido relacionados con anomalías hormonales, deformidades óseas, fracaso reproductivo y descensos de la población, aunque se sospecha que los químicos inmunotóxicos tales como el PCB y los retardantes de flama (ignífugos) contribuyen a los recurrentes brotes de enfermedades que han esquilmado varias poblaciones.

A pesar de la prohibición, la generalizada contaminación por PCB sigue muy presente en las cadenas alimentarias marinas debido a su larga durabilidad antes de descomponerse en un entorno natural. El contaminante sube por la cadena alimentaria hasta llegar a grandes depredadores como ballenas y focas, dice Shaw.

Dado que el PCB es difícil de metabolizar, la contaminación se traspasa entre generaciones de focas, añade Shaw. Esa es la razón por la que las hembras adultas a menudo tienen niveles más bajos de contaminación que machos adultos o crías – porque las madres han descargado parte del químico a sus crías.

Otros químicos tóxicos duraderos tales como el polibromodifenil éteres (PBDE), usado como ignífugos en muebles y electrodomésticos, también han sido hallados en mamíferos marinos y tienen efectos similares a los PCB, aunque no han sido halladdos en las mismas concentraciones, explica Shaw.

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