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Ciclones y cambio climático: conectando los puntos

Los científicos reconocen que no lo saben todo sobre cómo afecta el calentamiento global a los huracanes como el que ahora está azotando el sudeste de Texas. 

El efecto amplificador del aumento del nivel del mar, el calentamiento de los océanos y el aire más caliente – consecuencias incuestionables del cambio climático – es física básica, dicen. O los cambios acelerados en la intensidad, tales como la repentina fuerza que hizo pasar el huracán Harvey de categoría 2 a categoría 4 – en una escala de 5 – cuando tocó tierra el viernes.

Lo que les falta, dicen los científicos, dicen, es un registro detallado de los pasados huracanes, es decir, registros de hace décadas que los climatólogos necesitan para discernir la huella de la influencia humana.

Desde la década de los 70, los datos por satélite han permitido un mejor registro, aunque siguen siendo insuficientes.

“Es terriblemente difícil ver efectos del cambio climático en datos históricos tan lejanos ya que los huracanes son poco frecuentes,” dice Kerry Emmanuel, profesor de ciencias atmosféricas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston.

Los expertos no discrepan sobre el potencial del calentamiento global antropogénico a la hora de magnificar el poder destructivo de las tormentas tropicales (ciclones, huracanes o tifones)

“Solo porque los datos no nos permitan una detección sin ambigüedades no significa que los cambios no hayan estado ocurriendo,” dice James Kossin, científico del Centro para el Tiempo y Clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en Madison, Wisconsin.

Kossin averiguó que los ciclones se han desviado hacia el polo norte en sus respectivos hemisferios durante las tres últimas décadas, un resultado que ha sido elogiado por otros gurús de los huracanes como la prueba más inequívoca hasta la fecha de que el calentamiento global ya ha tenido repercusiones directas.

Por lo que se refiere a los ciclones y al cambio climático, hay muchos puntos de casi “acuerdo general” dice Emmanuel.

Uno es la consecuencia del aumento del mar.

“El aspecto más letal de los huracanes, independientemente de en qué parte del mundo ocurran, es la marejada ciclónica,” dice en una entrevista.

“Físicamente, es el mismo fenómeno que un tsunami, excepto que un huracán es impulsado por el viento en lugar de por el suelo marino sacudido por un terremoto.”

Si el huracán Sandy, que causó daños valorados en 50 billones de dólares – hubiera ocurrido un siglo antes, probablemente no hubiera inundado Bajo Manhattan porque el nivel del mar era unos 30 centímetros más bajo, señala.

Y según estimaciones recientes, es probable que el calentamiento global sume aproximadamente un metro de aumento del nivel del mar para finales de siglo.

“El surgimiento de estas tormentas será más devastador”, dice James Elsner, científico atmosférico y experto en huracanes de la Universidad Estatal de Florida.

Un segundo punto de consenso es que los huracanes tendrán más agua, aumentando así la amenaza de inundaciones letales y destructivas.

“Calculamos que 1ºC de calentamiento se traduce en un 7 por ciento de humedad en la atmósfera,” dice la científica francesa Valerie Masson-Delmotte, copresidenta del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas.

El huracán Mitch, el segundo más mortal del Atlántico que se haya registrado- dejó unos 19.000 muertos en América Central, “todas debidas a inundaciones de agua dulce,” dice Emmanuel.

“La ironía es que los huracanes son conocidos por el viento, sin embargo el viento es la tercera en la lista de los aspectos letales, por detrás de la marea de tempestad y las inundaciones causadas por la lluvia”, dice.

A principios de este año, Emmanuel publicó un estudio destacando otra preocupante señal climática.
Los científicos han hecho grandes progresos anticipando la trayectoria que tomará una tormenta, ampliando sus predicciones de un día o dos a una semana. Sin embargo, han hecho limitados progresos a la hora de prever la fuerza de un huracán.

“Lo que hace a los meteorólogos seguir inquietos es la posibilidad de que una tormenta gane fuerza rápidamente antes de tocar tierra,” dice, citando el ejemplo del Harvey.

En 2015, el huracán Patricia en el Océano Pacífico se intensificó más rápidamente que ninguna otra tormenta registrada.

“El calentamiento global puede acentuar esa repentina intensidad,” dice.

Un resultado citado frecuentemente como prueba de que no se ha alcanzado un consenso sobre si el cambio climático intensificará los ciclones es que los científicos no saben si en el futuro habrán más o menos de este tipo de tormentas.

Desde 1971, los ciclones tropicales se han cobrado las vidas de 470.000 personas y causado 700 billones en daños globalmente, según el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres.

Pero la mayoría de las muertes y la destrucción se atribuyen a un puñado relativo de tormentas. Por ejemplo, solo tres han causado más de la mitad de las muertas provocadas por tormentas en los Estados Unidos desde 1990.

Aunque disminuya el número de tormentas más pequeñas, eso no es lo que cuenta.

“La idea de “menos pero más fuertes” parece ser la huella del cambio climático en los ciclones tropicales,” dice Elsner.

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