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Adiós, pequeña marsopa

No es habitual publicar una esquela de alguien que todavía no ha muerto, pero la situación de la vaquita, esa pequeña marsopa de constitución corta y rechoncha y con marcas parecidas a las de un panda, es desesperanzadora. Durante décadas, los científicos han viajado a Baja California, donde el mar de Cortés baña la desierta península de arena por el oeste y empapa las orillas de México por el este, buscando vaquitas.

Aunque anunciaron recientemente que quedan unas 10 en la parte alta del golfo de California, conocido también como mar de Cortés, su existencia es fútil. Empujada hacia la amenaza de la extinción durante los últimos 25 años como resultado de la pesca intensiva de pez totoaba, también en peligro crítico debido a los desorbitados precios que alcanza su vejiga natatoria en el mercado chino, el cetáceo más pequeño del mundo probablemente salga pronto a la superficie para exhalar su último aliento, una realidad de la que todos somos culpables.

No descrita por la ciencia hasta finales de la década de 1950, la vaquita ha sufrido un rápido descenso casi exclusivamente como resultado de la captura accidental.

Su hábitat está situado entre México continental y la agreste región de Baja California, donde a menudo la pesca es el único ingreso estable.

En 1996, cuando solo quedaban 600, la marsopa fue incluida en la categoría de En Peligro Crítico. Dieciocho años después, la población había descendido a tan solo 100. Hoy, los informes son estremecedores, con estimaciones más optimistas de la población que la sitúan en 22 vaquitas. Las redes fantasma y el equipo de pesca amenazan con hacer desaparecer a las últimas vaquitas cada minuto de cada día, algo que el gobierno sabe desde hace tiempo. Pero las señales de alarma han dejado de sonar hace mucho y ahora son un mero ruido de fondo.

¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo puede ser que hayamos fallado en todo? En solo seis décadas, la ciencia pasó de añadir al pequeño mamífero marino a nuestro catálogo de vida a tacharlo con un grueso rotulador. Como ocurre con muchas criaturas que viven en el mar, la sobrepesca ha sido la mayor amenaza para la vaquita, aunque nunca fue el objetivo buscado. La demanda china de un producto derivado de un pez exótico ha llevado a los pescadores a ignorar las leyes, las prácticas sostenibles y la realidad. ¿Os suena? Es parecido al deseo chino por la sopa de aleta de tiburón. Los beneficios y el estatus social se anteponen a todo lo demás, en detrimento de vidas inocentes.

El gobierno mexicano no fue rápido a la hora de actuar con regulaciones, otro caso de muy poco demasiado tarde. China no se molestó siquiera en acabar con el contrabando de vejigas natatorias de totoaba hasta hace poco y Estados Unidos se caracterizó más por ser un vecino molesto, observando como sigue disminuyendo el número y haciendo casi nada por ayudar. Incluso con el actual presidente de México, Andrés Manuel Lopez Obrador, que ha convertido la preservación de la vaquita en una prioridad, los esfuerzos parecen caer en saco roto. En un desesperado intento por empezar un programa de reproducción en cautividad, una vaquita murió trágicamente en cuestión de horas y el programa tuvo que detenerse rápidamente.

El pasado marzo tuvo lugar un enfrentamiento entre la armada mexicana y los pescadores. El altercado resultó en la muerte de un pescador debido a un disparo efectuado accidentalmente por las autoridades mexicanas, el presidente emitiendo una declaración de disculpa y un aumento de la tensión entre pescadores y conservacionistas. Con el drama diario desencadenándose en la superficie del mar, la diminuta vaquita intenta lidiar por debajo con los equipos de pesca y la abrumadora presión que supone la lucrativa pesca de totoaba que nunca ceja.

Nosotros seguimos matando a nuestros hermanos y hermanas del mar con total inconsciencia. Desde comienzos de año, han llegado muertos a las costas francesas más de 1.100 delfines por las heridas provocadas por los agresivos pesqueros industriales. Un zifio de Cuvier hallado muerto en la costa de Filipinas atrajo la atención mundial después de que la necropsia revelara casi 40 kg de plástico en su estómago y el pasado mes una hembra de cachalote llegó muerta a la costa italiana con 22 kg de plástico en su estómago y su cría no nata muerta – otra víctima silenciosa de la humanidad. Los plásticos, la pesca furtiva, la insaciable demanda global de pescado, los derrames, la destrucción del hábitat, las colisiones con barcos. La lista de causas de siniestros parece no acabar nunca. Allí donde miremos se mantiene siempre la misma constante: más muerte y menos vida.

Han pasado treinta años desde que el baiji, un delfín chino de río, fue declarado funcionalmente extinto. En la época en que se describía por primera vez la vaquita en la década de 1950, la foca monje del Caribe desaparecía para siempre del planeta. Y poco después el león marino del Japón se convirtía en una nota científica a pie de página.

No hemos aprendido nada de estos últimos errores. La tecnología, los recursos, el conocimiento y la ciencia han recorrido mucho camino desde la década de 1950. No hay excusa para la extinción de un mamífero marino en 2019. No hemos respondido con la suficiente firmeza o la suficiente seriedad o la suficiente inteligencia. Ahora tenemos una opción – dejar que la vaquita sea otra entrada en libro de la extinción o dejar que este evento sea el final del capítulo.

La vaquita será recordada por muchos, pero olvidada por la mayoría. Una criatura preciosa, única en su tamaño y aspecto, que quedará olvidada en la historia. La vaquita la sobreviven cinco especies de marsopas y algo más de 80 especies de cetáceos, muchas de las cuales se enfrentan a una miríada de amenazas antropogénicas. Podemos orar por todas ellas, pero, ¿haremos algo más?

Safinacenter.org

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