Una joven beluga mira hacia abajo mientras es subida a la cubierta de un oxidado barco ruso amarrado en un puerto del lejano oriente.
“¡No nos olvides furcia!”, grita uno de sus captores a bordo del barco que la traído mientras el animal es colocado cerca de otras tres belugas y varias filas de otros mamíferos marinos tales como focas.
Las horribles secuencias – emitidas en un reciente documental ruso – ponen en el candelero un turbio tráfico de mamíferos marinos apenas regulado que ha convertido al país en el mayor proveedor de varias especies a acuarios de todo el mundo.
Los activistas documentaron las deplorables condiciones y lo rápido que entierran a las belugas que mueren durante el proceso de captura. Varias lagunas jurídicas en la legislación rusa permiten la captura de cetáceos con fines “científicos y educativos”, pero es un secreto a voces que se trata de un lucrativo negocio.
“Empezamos haciendo una película sobre acuarios, pero nunca imaginamos un negocio tan enorme detrás, un colosal sistema corrupto,” dice Gayane Petroyan, quien ha dirigido el documental “Born Free” que se estrenó a principios de este año.
Aunque muchos países de todo el mundo están poniendo fin progresivamente al uso de delfines para el entretenimiento humano, la industria china sigue expandiéndose y los animales procedentes de aguas rusas son las estrellas de sus espectáculos.
“Los animales son tratados como meras mercancías,” añade Petrosyan.
Desde comienzos de 2016, Rusia ha exportado oficialmente 91 mamíferos marinos vivos – incluidas focas, ballenas y delfines -, 84 de los cuales fueron enviados a China, según cifras aduaneras disponibles.
“Cada año, el gobierno permite a los pescadores capturar cerca de 10 orcas y 150 belugas de sus aguas que acaban en zoos y delfinarios”, dice Dmitry Glazov, vicepresidente del Consejo Científico de Mamíferos Marinos de Rusia.
Los permisos para la captura de orcas, que pueden alcanzar un millón de dólares cada uno, son los más solicitados.
Aunque el número de capturas pueda parecer bajo, los activistas creen que el número real es mucho mayor, ya que los pescadores abusan de las cuotas destinadas a la captura para fines educativos o científicos para luego exportar los mamíferos con fines comerciales.
“Si en Rusia se captura una orca con fines educativos y luego se vende a China con fines comerciales, entonces es ilegal,” dice el abogado Maxim Kruspsky, que ayuda a los científicos a sacar a la luz este tráfico.
Aunque ni las orcas ni las belugas están listadas globalmente como animales en peligro de extinción, científicos rusos dicen que la falta de vigilancia en el comercio significa que el número de animales en aguas rusas es incierto.
“Para muchas especies de mamíferos marinos, ni siquiera está claro cuántos animales quedan. No se han realizado estudios desde tiempos de la Unión Soviética,” explica Glazov.
Un recuento aproximado en 2010 estimó que existen dos poblaciones separadas de belugas en el lejano oriente ruso y solo será sostenible si se capturan 15 al año de cada una.
En realidad, los pescadores se centran en un grupo concreto en el Mar de Okhotsk, al norte de Japón, capturando hasta 80 animales en una sola temporada, especialmente hembras jóvenes, las más importantes para la supervivencia de la población silvestre.
Especies de ballenas y delfines como las belugas y las orcas son animales muy inteligentes con complejos y fuertes vínculos sociales. Son animales que viajan enormes distancias en libertad. A diferencia de otros animales, se cree que viven vidas mucho más cortas en cautividad.
La polémica internacional entorno a su bienestar en cautividad, así como las varias muertes de adiestradores provocadas por orcas, ha ejercido presión en parques marinos como SeaWorld en Estados Unidos o Loro Parque en Tenerife.
En China, sin embargo, se están abriendo nuevos parques. Este año se exhibieron nueve orcas rusas nuevas en el parque marino Chimelong Ocean Kingdom y al menos dos instalaciones más, que abrirán sus puertas en los próximos años, han prometido espectáculos con orcas.
Todas las orcas capturadas en Rusia proceden de una variedad de orca que se alimenta de mamíferos y que es la menos numerosa, en lugar de la variedad que se alimenta de peces, dice Erich Hoyt, investigador de la organización sin ánimo de lucro Whale and Dolphin Conservation Society y codirector del proyecto Far East Russia Orca.
Hoyt estima que el número de orcas que se alimenta de mamíferos es de tan solo unos cientos en el lejano oriente ruso.
“Corremos el peligro de que las capturas vivas acaben erosionando las poblaciones de orcas salvajes en aguas rusas,” dice.
Glavoz coincide en que la captura debería detenerse para todos los mamíferos marinos en aguas del país.
“Hasta que no sepamos su población, debería imponerse una moratoria de su captura,” añade.