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Un grupo de belugas adopta a un narval extraviado

El insólito visitante llevaba los tres últimos años en el río San Lorenzo de Canadá: un narval, a más de 1.000 kilómetros al sur de su ámbito de distribución normal. Sin embargo, no está solo. Al parecer, ha sido adoptado por un grupo de belugas.  

El narval, que se cree se trata de un macho joven porque su colmillo mide solo medio metro, fue filmado en julio jugando con una manada de belugas jóvenes, gran parte de ellas machos.

El vídeo fue grabado por el Grupo de Investigación y Educación sobre Mamíferos Marinos (CREMM), una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación, conservación y educación sobre mamíferos marinos con sede en el pueblo de Tadoussac, en Québec.

“Se comporta como un macho más del grupo,” decía Robert Michaud, presidente y director científico de la organización.

En las imágenes captadas por drone y publicadas en su página web Whales Online, se ve a una manada de entre 9 y 10 belugas nadando juntas cerca de la superficie, rodando y rozándose con frecuencia entre sí.

“Están constantemente en contacto,” dice Michaud. “Es como un gran grupo social de machos jóvenes que están jugando algún tipo de juego social.”

Las interacciones entre el narval y las belugas parecen ser idénticas a aquellas que se dan solo en belugas, lo que sugiere que el narval ha sido aceptado totalmente como parte del grupo.

Los narvales viven en aguas heladas del Ártico, incluidas aquellas partes que rodean Canadá, Noruega, Groenlandia y Rusia. Su rango de distribución no baja más allá de la bahía Ungavu, en Québec, localizada en el extremo sur de la isla Baffin.

Según GREMM, el Departamento de Pesca y Océanos vio un narval en 2003 en el estuario de San Lorenzo.

Pero los avistamientos no son lo suficientemente frecuentes como para que no resultara emocionante para los investigadores a bordo del barco de GREMM, Le Bleuvet, cuando lo vieron entre una manada de entre 60 y 80 belugas el 29 de julio de 2016.

Los investigadores han confirmado que el narval se está comportando igual que las belugas, incluso haciendo burbujas de aire de vez en cuando, y sin que se le preste ningún tipo de atención especial, a excepción de una curiosa beluga joven.

El mismo narval, identificado a partir de fotografías por sus marcas únicas, fue visto de nuevo al año siguiente, en 2017, y en tres ocasiones este año, probablemente con la misma población de belugas, algunas identificadas por el GREMM.

El grupo sigue y estudia a las ballenas entre julio y octubre, pero pierde la pista en invierno, cuando el hielo impide que el barco salga a navegar.

“No hemos puesto ningún nombre al narval,” dice Michaud, ya que la organización no suele poner nombres a miembros itinerantes ya que no se sabe cuándo se marcharán.

¿Cómo acabó el narval en el río San Lorenzo?

Michaud dice que es habitual que los machos jóvenes se adentren en hábitats desconocidos. Por ejemplo, hay casos de belugas jóvenes han llegado a adentrarse hasta Nueva Jersey y Nueva Escocia.

Algunas, incapaces de encontrar a los de su especie, intentan hacer amistad con barcos y humanos, y acaban mortalmente heridas por las hélices.

“Este pequeño narval, que ha hecho una travesía parecida, ha tenido mucha suerte porque ha encontrado compañeros prácticamente normales,” dice Michaud.

Kristin Laidre, investigadora de la Universidad de Washington, que lleva estudiando los narvales y otros mamíferos marinos árticos desde hace dos décadas, dice que se ha sorprendido de que un narval haya sido visto tan al sur y esté interactuando tan estrechamente con las belugas.

Aunque los hábitats de las belugas y los narvales se solapan en muchas partes del Ártico, no se han observado interacciones de manera frecuente y tienden a estar en lugares distintos en momentos distintos, en especial durante el verano.

“Los narvales y las belugas, aunque estrechamente relacionados, son muy distintos,” dice.

Los narvales son buenos buceadores que cazan peces de aguas profundas y suelen habitar áreas cubiertas de hielo denso en invierno. Las belugas prefieren aguas costeras poco profundas con menos hielo y peces como el salmón y el capelán que nadan cerca de la superficie.

Pero hay ciertas similitudes: ambas especies son muy sociales, aunque apenas se tienen detalles de su estructura social. Tampoco se sabe mucho sobre la semejanza en la forma de comunicarse: ambas hacen una variedad de chasquidos y gorjeos.

Hay evidencias ocasionales de interacción entre belugas y narvales. Un estudio publicado en 1993 describió el cráneo de lo que se pensó era un híbrido entre beluga y narval, con dientes más o menos similares a ambas especies, aunque nunca se confirmó mediante un análisis de ADN. El estudio fue co-redactado por Randall Reeves, un científico canadiense que lleva estudiando las ballenas desde hace 40 años. 

Martin Nweeia, investigadora de la Universidad de Harvard que lleva estudiando los narvales desde hace casi dos décadas, dice que dado el aspecto social que comparten ambas especies, cree que éstas son capaces de los sentidos de atención y compasión.

El equipo de investigación de Nweeia también ha observado el caso contrario, dice, belugas nadando entre narvales en la bahía del Ártico, en Nunavut.

“No creo que la gente tenga que sorprenderse”, dice. “Creo que demuestra la compasión y la receptividad hacia otras especies para que se conviertan en otro miembro del grupo a pesar de no parecerse ni de actuar del mismo modo. Tal vez sea una gran lección para todos.”

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