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Los efectos de alimentar a las tortugas verdes en las Islas Canarias: alto consumo de grasas, contaminantes y cambios de conducta

Dar de comer a las tortugas verdes en las Islas Canarias está alterando su comportamiento y hábitos alimentarios. Es la conclusión a la que ha llegado un estudio publicado en la revista Science of the Total Environment conducido por un equipo en el que ha participado Lluís Cardona, de la Facultad de Biología, y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio).

El estudio, con Catalina Monzón de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria como autora principal, también está firmado por expertos de la ASD Biodiversidad, la Fundación Oceanográfica y los centros de rescate La Tahonilla y Tafira Wildlife en las islas Canarias.

El archipiélago de las Islas Canarias es el área más septentrional para encontrar la tortuga verde (Chelonia mydas) en el Atlántico occidental. Esta tortuga marina, la especie más grande de la familia Cheloniidae y único herbívoro, está incluida en la Lista Roja de especies amenazadas de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Habita en la hierba marina Cymodocea nodosa y aparece ocasionalmente en el Mediterráneo occidental, aunque tiene una población residente en el área oriental, aislada de las poblaciones del Atlántico.

Los animales silvestres son un atractivo reclamo para los turistas, que crean importantes beneficios económicos. La práctica irresponsable de alimentar con comida artificial se está propagando por todo el mundo y afectando a varias especies marinas, incluido el tiburón toro (Carcharias taurus) y el tiburón ballena (Rhincodon typus). Los autores de este nuevo estudio advierten que la práctica se está convirtiendo en una nueva amenaza para la tortuga verde, una especie que históricamente ha estado amenazada debido a su consumo y, recientemente, a la pesca accidental, el tráfico marítimo y los escombros marinos.

“Dar de comer a las tortugas verdes para llamar su atención es una práctica que se está extendiendo en el Caribe y que cada vez es más común en las Islas Canarias,” dice Lluís Cardona. “La alimentación suplementaria tiene tiene tres consecuencias,” continúa. “Primero, ralentiza la adopción de una dieta herbívora y aumenta los niveles de triglicéridos y otros marcadores sanguíneos relacionados con el alto consumo de proteínas y grasas. Segundo, aumenta los niveles de determinados contaminantes orgánicos e inorgánicos. Y por último, hacer que se acostumbren al contacto humano las hace más vulnerable a la colisión con barcos y más propensas a caer en las artes de pesca con anzuelos, al verse atraídas por el cebo.”

Promover medidas para controlar las actividades recreativas y mejorar la supervisión son acciones prioritarias para mejorar la conservación de la especie, que tiene a los tiburones como su principal depredador. Las tortugas jóvenes y crías tienen muchos más depredadores, como algunos peces y aves costeras. La tortuga verde migra grandes distancias entre sus lugares de alimentación seleccionados y las playas donde nacieron en países tropicales.

“Además de proteger la hierba marina, los submarinistas y propietarios de embarcaciones recreativas deberían ser informados sobre los efectos negativos de alimentar a las tortugas”, concluye el experto Lluís Cardona.

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