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Credit: Bernard Spragg. NZ from Christchurch, New Zealand

La prohibición del arrastre podría ayudar a acabar con la mortalidad de león marino de Nueva Zelanda

Los balleneros llegaron a las islas Auckland en 1806. Durante 24 años el león marino de Nueva Zelanda (Phocarctos hookeri) fue cazado por su piel y carne hasta que su esquilmada población dejó de hacer rentable el comercio. Ahora la pesca industrial amenaza a los 12.000 individuos supervivientes de esa masacre.

El león marino de Nueva Zelanda – rāpoka – es uno de leones marinos menos comunes del mundo. Distribuidos históricamente a lo largo de todo el litoral de Nueva Zelanda, actualmente las inhóspitas islas Auckland, un escarpado archipiélago entre la Isla Sur de Nueva Zelanda y la Antártida, es su último bastión y principal lugar de cría. Pero la natalidad aquí ha disminuido cerca de un 55 por ciento en las dos últimas décadas. La pesquería de calamar del sur faena cerca de las islas Auckland y se solapa con sus áreas de forrajeo.

Pesquerías Nueva Zelanda está procediendo a una consulta sobre un nuevo plan de gestión para la pesquería de calamar en las islas. Tiene tres opciones para gestionar el descenso de la población.

Una permite la muerte de hasta 26 leones marinos cada año, otra 52 y una tercera 104.

La organización Forest and Bird propone un último intento para reducir el número de leones marinos que caen en las redes de pesca, una de las causas de muerte para este mamífero marino amenazado a pesar del uso de Dispositivos de Exclusión de Leones Marinos (SLEDs, por sus siglas en inglés).

Katrina Goddard, de la organización, propone una cuarta opción: una prohibición temporal del arrastre en el 17 por ciento de la zona de pesca durante la temporada reproductora. Dice que se trataría de una medida temporal en vigor hasta 2022 hasta dar con otro plan de protección.

Señala que el plan es vital para proteger a las hembras adultas en la colonia. Aunque el cambio climático, las enfermedades y el estrés nutricional también están matando a estos mamíferos, la captura accidental es la única amenaza que se puede abordar a corto plazo, dice.

“No recuperaremos a la especie de no gestionar los problemas que podemos gestionar, y la captura accidental es una de esas cosas que sí podemos gestionar,” dice.

“Las hembras reproductoras están limitadas a un área en la que se alimentan porque tienen crías en tierra y tienen que regresar. Sabemos por los datos por satélite dónde van y dónde se alimentan – no tienen otro “supermercado” alternativo al que poder ir.”

Este año las redes de pesca mataron a 9 leones marinos.

“De la misma manera que no se permite que los granjeros salgan y maten al kākapo o al kiwi, ni tienen una cuota de cuántos pueden matar mientras trabajan, entonces, ¿por qué hemos de permitir que las compañías pesqueras maten a nuestra especie protegida?

Sanford, la mayor compañía pesquera del país, se reunirá con la organización Forest and Bird para debatir su propuesta.

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