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The Galapagos shark usually hunts near the sea bottom. Dr. Dwayne Meadows, NOAA/NMFS/OPR

La pesca amenaza a 40 especies de tiburones en las Galápagos

Las aguas rebosantes que rodean las famosas islas Galápagos albergan más especies de tiburones que ningún otro lugar del planeta. Cardúmenes de tiburones martillo, tiburones ballena de 18.143 kg, tiburones de puntas blancas,.. más de 40 especies en total, muchas en peligro de extinción, que solo se pueden encontrar aquí.

Sin embargo, estos depredadores marinos, en un área que inspiró la teoría de la evolución de Charles Darwin, están siendo presa de miles de barcos pesqueros grandes y pequeños deseosos de vender aletas de tiburón al mercado asiático.

Los expertos dicen que no está claro cuántos tiburones se pescan en estas aguas porque muchos son capturados de forma ilegal. Pero según un estudio, entre 1979 y 2004 se capturaron en aguas ecuatorianas casi medio millón de tiburones. Una investigación reciente revela que la sobrepesca está provocando el colapso de las poblaciones, causando un efecto dominó entre los animales marinos.

Los tiburones de las Galápagos son depredadores ápice que regulan el resto de poblaciones, desde peces a leones marinos, una presencia esencial en el ecosistema.

“Sin tiburones, no existirían las Galápagos,” dice Daniel Pauly, biólogo marino y profesor de pesquerías de la Universidad de la Columbia Británica que lleva estudiando estos animales desde el año 2000.

Aunque el 97 por ciento de la tierra del Parque Nacional Galápagos está cerrado al público, menos del 1 por ciento de las 51.000 millas cuadradas que rodean las islas están prohibidas a la pesca. Esta enorme área es la Reserva Marina Galápagos. Aunque protegida, los pescadores tienen permitido faenar en estas aguas. Pero apenas se controlan las capturas, o los enormes pesqueros que entran y salen de la reserva a pesar de las regulaciones, dice Pauly. Según informan funcionarios del Parque, las autoridades ecuatorianas están tan impedidas económicamente que no tienen suficientes barcos para patrullar,

“Es como si un policía te dijera: hay ladrones pero no podemos detenerlos,” dice Xavier Romero, biólogo marino y guía naturalista de Galápagos.

Más allá de mantener en equilibrio la cadena alimentaria, los tiburones (vivos) generan ingresos a los operadores de buceo y atraen turistas ansiosos por experimentar este ecosistema submarino prístino.

Un estudio de 2015 conducido por National Geographic y la Universidad de California estimó que el valor promedio de un tiburón vivo a lo largo de su vida genera 5,4 millones de dólares. Un tiburón genera una media de 34.000 dólares al año derivada de una inmersión de un solo día; la joya de la corona para el turismo es el tiburón martillo o cornuda, cuyo valor a lo largo de su vida se sitúa en los 12 millones de dólares, convirtiéndolo tal vez en el depredador más valioso del planeta.

En todo el mundo las poblaciones de tiburones, incluidas cornudas, han sido disminuidas en más de un 90 por ciento, dice Pauly, debido principalmente al consumo de sus aletas en Asia – especialmente como ingrediente en la sopa de aleta de tiburón. Y aunque su consumo ha disminuido en China, éste ha aumentado en otras partes de Asia.

La sopa de aleta de tiburón puede alcanzar los 100 dólares en China y otras partes. En Ecuador, la carne de tiburón se vende al público por poco más de 75 céntimos el kg. Las aletas a menudo pasan por intermediarios antes de llegar a los compradores asiáticos que pagan precios desorbitados, hasta 1000 dólares el kg.

El aleteo a gran escala en Galápagos empezó en la década de 1950. La captura de tiburones fue declarada ilegal, pero se excluyó la exportación de aletas en caso de tratarse de una captura incidental. Normalmente los pescadores cortan las aletas de los tiburones cuando estos todavía están vivos y luego arrojan los cuerpos mutilados por la borda, donde sufren una muerte agonizante, desangrados o devorados por otras especies. Los tiburones necesitan sus aletas para su flotabilidad y navegación.

Los expertos dicen que esta excepción es una enorme laguna que permite a los pescadores locales capturar y vender tiburones. El director del Parque Jorge Carrión admite que esta práctica tiene un “impacto negativo”, pero dice que el programa fue desarrollado “con la participación de los pescadores locales”, que dependen de la pesca como modo de vida.

La principal amenaza para los tiburones son los 45.000 buques ecuatorianos que pescan dentro y fuera de la Reserva y los barcos internacionales que consiguen evadir la detección de las autoridades.

Por ejemplo, en agosto de 2017 fue sorprendido dentro de la Reserva el pesquero chino Fu Yuan Yu Leng 999 con 300 toneladas de especies marinas en peligro de extinción a bordo, incluidos más de 6.000 tiburones por sus aletas. El buque fue interceptado porque, a diferencia de muchos pesqueros grandes, tenía su Sistema de Identificación Automática (AIS) encendido. Fue la única forma que tuvieron las autoridades para saber que se encontraba en la zona, dice Oswaldo Romero, ex oficial naval ecuatoriano que pasó una década hasta 2015 vigilando la Reserva.

Romero dice que la “detección e inteceptación” es “casi inexistente” porque Ecuador usa “sistemas de vigilancia obsoletos” llamados AIS que dependen de si barcos enciendan o no su radar y que solo cuentan con unas 70 personas y dos barcos disponibles para vigilar toda la Reserva.

“Cuando ocurrió lo del Fu Yuan Leng no había barcos patrulla disponibles, así que se llamó a la Guardia Costera,” recuerda Willington Rentería, comandante del Instituto Oceanográfico de la Marina de Ecuador. “Tuvimos suerte,” dice.

Entretanto, “ahí fuera hay más de 600 pesqueros chinos procedentes de Costa Rica y Chile estacionados de forma permanente”, y la mayoría nunca enciende sus AIS, dice Romero, quien ahora trabaja en el Parque Nacional Isla del Coco de Costa Rica.

Algunos científicos y conservacionistas que estudian las Galápagos dicen que la enorme deuda de Ecuador con China puede hacer al país más proclive a dejar faenar los pesqueros chinos cerca de Galápagos.

Enric Sala, explorador residente de National Geographic que participa activamente en la exploración, investigación y comunicaciones para promover la conservación de los océanos, dice que el problema no son solo los pesqueros chinos o ecuatorianos. Muchos procedentes de Perú, Colombia y Panamá también entran en el archipiélago, pescan y se van sin ser vistos o detenidos.
Sala y otros dicen que esperan que el gobierno de Ecuador se dé cuenta pronto de lo que puede llegar a perder el país si no trabaja mejor protegiendo las islas.

Las islas y sus aguas se enfrentan a muchas amenazas: cambio climático, especies invasoras, enorme afluencia de turistas y locales. Pero más de una docena de investigadores y biólogos entrevistados coinciden en que la mayor amenaza puede ser la pérdida de tiburones.

Entre las 40 especies halladas en las Galápagos, el 90 por ciento está en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Si no se hace algo pronto, dice Pauly, estos tiburones desaparecerán. Y cuando eso ocurra, también lo harán muchas especies marinas, alterando con ello el ecosistema de las Galápagos y los océanos más allá y de forma irreparable.

“Le decimos a la gente que no explote este lugar, pero hay muchos recursos por aquí,” dice Pauly. “En algún momento, este entorno sufrirá tal punto de degradación que ni el turismo querrá venir.”

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