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La gestión de los productos del mar en crisis

El principal esquema de certificación de pesquerías sostenibles enfocado al consumidor no está logrando proteger el medio ambiente y necesita una reforma radical, dicen Jennifer Jacquet, Daniel Pauly y otros colegas

Artículo por Jennifer Jacquet y Daniel Pauly

Un número cada vez mayor de consumidores quiere comer pescado sin tener que sentirse culpable. ¡Únete al Marine Stewardship Council (MSC) que se supone certifica pesquerías sostenibles y te daremos una etiqueta de producto sostenible para “promover la mejor elección medioambiental!”

El MSC se ha convertido en el certificador de pesquerías con más buena reputación del mundo: actualmente, 94 pesquerías tienen una certificación MSC (el 7 por ciento de la captura global) y cerca de 118 más se encuentran en proceso de evaluación. Los productos con certificación MSC, identificados por un sello azul, llenan los estantes de grandes superficies como WalMart, Whole Foods y Waitrose. Aunque existen otros esquemas tales como Friend of the Sea, con sede en Milán, el MSC es el certificador que más en serio se han tomado los científicos. El libro Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed (2005), de Jared Diamondy, elogia el MSC y la película The End of the Line de 2009 lo presenta como una solución a los esquilmados stocks.

Pero las objeciones a las certificaciones del MSC van en aumento. Organizaciones como Greenpeace, Pew Environment Group y algunas ramas nacionales del WWF así como multitud de científicos, incluidos nosotros mismos, han protestado por los procedimientos o certificaciones del MSC. Creemos que, a medida que el MSC va perdiendo credibilidad, el planeta corre peligro de perder más peces y más ecosistemas sanos, algo que solo puede cambiar sí el MSC crea estándares más rigurosos y adopta medidas más severas contra lo que podríamos llamar interpretaciones poco ajustadas de sus normativas y modifica su proceso para evitar un incentivo económico potencial para la certificación de grandes pesquerías.

El MSC, con sede en Londres, fue fundado en 1997 por el WWF y Unilever, uno de los mayores distribuidores de productos marinos. El MSC diseñó un conjunto de criterios ecológicos que contaron con el apoyo de muchos científicos, incluidos el nuestro, quienes asesoraron al MSC en sus comienzos. Se atiene a tres principios principales: la pesquería tiene que operar de forma que pueda seguir indefinidamente sin sobrexplotar los recursos, preserve la productividad del ecosistema y cumpla todas las leyes locales, nacionales e internacionales. Además, para que un producto lleve el sello azul del MSC, se tienen que poder trazar todas las compañías que operan, desde el barco hasta al plato. En 1999 el MSC se convirtió en una organización independiente y sin ánimo de lucro.

Entre 2000 y 2004, el MSC certificó seis pesquerías, con una producción total anual de cerca de medio millón de toneladas de pescado y marisco. Desde entonces, a medida que ha ido creciendo el interés comercial por este esquema, también ha ido aumentando la velocidad a la que se está certificando. En 2006, Wall-Mart prometió que para 2010 sólo vendería pescado salvaje con certificación MSC. Actualmente, las certificaciones MSC abarcan 6,3 millones de toneladas de productos marinos al año.

En 2008-09, el MSC tenía un presupuesto de 13 millones de dólares, la mayoría procedente de donaciones benéficas. Para pedir una certificación, una pesquería escoge a un asesor acreditado con ánimo de lucro para que realice una valoración – informes revelan que los honorarios va de entre los 15.000 a los 150.000 dólares por pesquería y cerca de 75.000 dólares en concepto de revisiones anuales. La compañia Acreditation Services International, con sede en Bonn, Alemania, supervisa a los asesores, que usan un sistema abierto al público en la que participan científicos independientes, aportaciones de las partes implicadas y evaluación por parte de expertos externos. El proceso puede durar meses o años y ciento de documentación.

Pero este proceso nos preocupa. Creemos que el sistema de certificación crea un conflicto potencial de intereses económicos ya que que los certificadores que interpretan benévolamente los criterios existentes podrían esperar más trabajo y beneficio en las consiguientes auditorías anuales.

Hasta agosto de 2010, cuando el MSC rebajó el coste máximo a 5.000 libras, objetar una evaluación costaba más de 15.000 libras. Cuando se presenta por escrito una objeción, interviene un adjudicador independiente (un abogado en lugar de un científico). El MSC afirma que “el propósito del Procedimiento de

Objeciones no es cotejar la pesquería con los Principios y Criterios para Pesquerías Sostenibles, sino determinar si el cuerpo de certificación ha cometido algún error”. Nosotros creemos que es un error. De los cuatro adjudicatarios asignados por el MSC, sólo dos tienen experiencia en gestión pesquera, según biografías del MSC. Creemos que debería hacerse más por asegurar que el proceso de objeción llega al fondo de los asuntos biológicos en lugar de a los asuntos burocráticos.

Interpretación generosa

Varias pesquerías certificadas por el MSC, como la pesca de una de las cinco especies de salmón de Alaska (Oncorhynchus spp.), se adhieren o incluso superan los principios que son la razón fundamental del esquema de certificación del MSC, pero creemos que otras muchas no.

La mayor pesquería certificada MSC es la pesca de arrastre de abadejo (Theragra chalcogramma) de Estados Unidos en el este del Mar de Bering, con una captura anual de un millón de toneladas. Se certificó en 2005 y se recomendó su recertificación este verano, a pesar de que entre 2004 y 2009 la biomasa reproductora de la especie se desplomó un 64 por ciento (ref.2). El MSC espera que el stock repunte. Y así pueden encontrarse descensos parecidos de la biomasa en otras pesquerías MSC, incluida la de merluza del Pacífico (Merluccius productus), certificada en 2009 a pesar del desplome del 89 por ciento en la población. Parte de ello puede estar en lo que vemos como discurso poco rígido en los criterios del MSC. La organización afirma: “para aquellas poblaciones esquilmadas, la pesca debería llevarse a cabo de forma que conduzca a su recuperación.” Creemos que es algo que ha de cambiar para evitar interpretaciones potenciales demasiado generosas de la futura sostenibilidad de una pesquería. No se debería certificar una pesquería hasta demostrar que realmente es sostenible.

En 2009, el asesor acreditado MSC, Moody Marine, en Derby, Reino Unido, recomendó la certificación de bacalao antártico (Dissostichus mawsoni), comercializado como austromerluza antártica. La certificación estaría sujeta a una monitorización y revisión continuadas. Sin embargo, no se tienen datos de este pez ni se han recogido nunca huevos o larvas. La Convención sobre Conservación de Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), responsable de supervisar la pesca en el Océano Antártico, clasifica la pesca de bacalao antártico como “exploratoria” debido a la falta de datos. En diciembre de 2009, la Coalición de la Antártida y del Océano Austral (ASOC) presentó una objeción. A fecha de impresión de este artículo, el fallo era inminente.

En mayo de 2010, tras una valoración por la Moody Marine, la MSC certificó la pesca de krill antártico (Euphausia superba) a unos cuantos barcos operados por la compañía AkerBiomarine. El MSC señala que actualmente menos del 1 por ciento del krill está sometido a presión pesquera. Nosotros creemos sin embargo que es más importante la información de un artículo de 2004 en la revista Nature que revela una dismunición de las poblaciones de krill a largo plazo así como una relación entre esta disminución y la reducción del hielo marino en un área sumamente sensible al cambio climático. Más importante si cabe es que gran parte del krill extraido no se destina a la venta al consumidor sino a la elaboración de harinas de pescado para alimentar a los peces de piscifactoría, cerdos y pollos en granjas industriales. Nuestra propuesta es que cualquier pesquería destinada a la elaboración de harinas de pescado no debería considerarse pesca responsable ni sostenible ni tampoco debería recomendarse para una certificación MSC. Actualmente, las normas de valoración del MSC no consideran el uso final del producto.

En nuestra opinión, ésta y otras enmiendas en las normas del MSC reforzarían su compromiso a sus propios principios. La MSC ya prohíbe la certificación de pesquerías que emplean dinamita y venenos. Del mismo modo debería prohibir otras prácticas destructivas tales como aquellos modelos de arrastre de fondo con un alto impacto en el hábitat y en especies que no son objetivo de la pesquería.

Existen indicios de que vendedores al por menor podrían apoyar estándares corregidos. En 2009, la cadena europea de supermercados Waitrose se negó a comprar o vender merluza de cola larga (Macruronus novaezelandiae) con certificación MSC porque la pesquería emplea arrastre de fondo. En mayo de 2010, a pesar de la certificación del MSC, Whole Foods dejó de vender suplementos derivados de aceite de krill debido a la inquietud con respecto a su sostenibilidad.

Lenta deriva

Creemos que los incentivos de mercado han alejado el esquema de certificación del MSC de su objetivo original, promoviendo la certificación de operaciones que cada vez requieren más inversiones de capital. A menudo, las pequeñas pesquerías emplean técnicas sumamente selectivas y sostenibles de bajo impacto como son la pesca con sedal y anzuelo o pesca manual, sin embargo solo representan una pequeña fracción de las pesquerías certificadas MSC. El MSC se introdujo en el mercado de países en vías de desarrollo, proporcionando subvenciones y creando en 2007 un programa piloto para animar la certificación de pesquerías de pequeña escala. Sin embargo, creemos que esto es demasiado poco y llega demasiado tarde.

Aunque se están valorando varias pesquerías, actualmente sólo una operación de pequeña escala en países en vías de desarrollo, la pesca de almeja Ben Tre de Vietnam (Meretrix Lyrata), tiene certificación MSC.

Modelos distintos de certificación podrían ayudar a restablecer el equilibrio. Por ejemplo, en el esquema Fairtrade (Comercio Justo) para productos tales como el café, la certificación sólo está disponible para cooperativas de pequeños productores; no son elegibles grandes plantaciones, ayudando con ello a ajustar las ventajas de mercado por grandes compañías.

Sería más fácil presionar por alguno de estos cambios si el consejo del MSC tuviera mejor representación en países en vías de desarrollo, de donde procede más de la mitad del pescado consumido en Estados Unidos y Europa y donde a menudo tienen sede las pequeñas pesquerías. Cinco de los nueve miembros del Forest Stewarship Council, el análogo terrestre el MSC, proceden de países en vías de desarrollo. Ninguno de los 13 del consejo del MSC es de algún país en vías de desarrollo.

Si el MSC lleva a cabo una reforma importante quizás pueda cumplir su promesa de representar, tal como afirma, “la mejor elección medioambiental”. De otro modo, existen formas mejores y más efectivas de gastar 13 millones de dólares, ya sea presionando para acabar con los subsidios a la pesca dañina o abogando por la creación de áreas marinas protegidas, medidas que harían mucho más por ayudar a los océanos.

Jennifer Jacquet y Daniel Pauly forman parte del Sea Around Us Project en el Centro de Pesquerías de la Universidad de la Columbia Británica, Vancouver, Columbia Británica V6T 1Z4, Canadá. David Ainley es un ecologista marino en H.T. Harvey & Associates, Los Gatos, California 95032, EE.UU. Sidney Holt es un científico marino especializado en gestión de pesquerías que actualmente reside en Umbria, Italia. Paul Dayton y Jeremy Jackson son ecologistas marinos en la Scripps Institution of Oceanography, Universidad de California, San Diego, La Jolla, California 92037, EE.UU. 
e-mail:  j.jacquet@fisheries..ubc.ca

Fuente: Nature

 

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