Ocean Sentry
Punctuation, llamada así por las pequeñas cicatrices en su cabeza parecidas a comas y guiones, fue hallada el 20 de junio flotando muerta a la deriva en las islas de la Magdalena, un archipiélago del océano Atlántico en el golfo de San Lorenzo, Canadá, y es la segunda muerte que se registra este año para esta especie en peligro crítico de extinción.
Su muerte supone otro duro revés para la recuperación de la población. Se estima que hasta el 7 de junio la población de ballenas francas del Atlántico Norte era de tan solo unos 417 individuos en todo el mundo, con más muertes que nacimientos.
Las causas todavía no están claras. Autoridades pesqueras lograron acoplar un localizador GPS al cuerpo, pero la previsión de tormentas para los próximos días complicará que la ballena pueda llegar hasta la costa para realizarle la necropsia y determinar la causa de la muerte.
La muerte de Punctuation es particularmente devastadora. Según el instituto Canadian Whale Institute, Punctuation era una hembra reproductiva y los científicos llevaban estudiando a esta vieja amiga durante casi 40 años. Fotografiada por primera vez en 1981 en el canal Great South, un paso de aguas profundas entre Nantucket y el banco Georges, en el océano Atlántico, Punctuation fue avistada más de 250 veces. La última vez que fue vista con vida fue el 6 de junio en el golfo de San Lorenzo.
Punctuation tenía ocho crías. Alumbró a la primera en 1986 y a la última en 2016. Además, dos de sus crías tuvieron a las suyas propias. Su hija #1601 alumbró a una hembra, #2701, en 1997 y su hijo, #1981, fue padre de #3853, en 2008. Para una población que no para de disminuir, la pérdida de su éxito reproductivo es una pérdida tremenda para la especie.
Como muchas otras ballenas de la población, Punctuation, así como sus crías y nietos, tuvo que hacer frente a muchas adversidades. Tenía marcas provocadas por cinco enredos separados y dos pequeñas colisiones con barcos. En 2016, la cría de Puntuation, #4681, fue golpeada mortalmente por un barco. Tanto la hija #1601 como su nieta #2701 sufrieron graves enredos que provocaron la muerte de #2701 en el año 2000 y la desaparición de #1601 en el año 2001. El nieto de Punctuation, #3853, fue visto en 2011 con un profundo corte provocado por una hélice y se cree que murió a consecuencia.
Los científicos esperan que el cuerpo de Punctuation puede llegar finalmente a la costa para realizar la necropsia e indentificar la causa de la muerte, porque comprender cómo y porqué están muriendo las ballenas francas del Atlántico Norte es esencial para evaluar y mejorar los esfuerzos de gestión y conservación destinados a salvar a la especie de la extinción.
El cuerpo de la ballena franca conocida como Wolverine (Lobezno) de 9 años fue descubierto durante un vuelo a principios de este mes en el golfo de San Lorenzo desde donde fue remolcado hasta la isla Miscou, en Nuevo Brunswick, donde se llevó a cabo la necropsia y donde yace enterrado.
El examen inicial no fue concluyente, sin embargo las autoridades dicen que su muerte no parece haber sido provocada como resultado de una colisión con un barco o un arte de pesca.
Un estudio sobre la especie publicado recientemente ha hallado que más de la mitad de las 70 muertes documentadas durante los últimos 16 años han sido causadas por enredos en las artes de pesca y colisiones con embarcaciones. El estudio también hace varias recomendaciones, incluidos esfuerzos para modificar las artes de pesca con el fin de reducir la posibilidad de enredos así como más restricciones en la velocidad de los barcos y la actividad cuando las ballenas están presentes.
Otro estudio publicado el pasado mes en la revista científica Oceanography relaciona el flujo de agua cálida en 2010 con la reducción en el golfo de Maine, donde la especie pasa el verano, de su alimento clave, el Calanus finmarchicus, el crustáceo planctónico (copépodo) más común en el mar del Norte. El desplazamiento de este crustáceo en respuesta al calentamiento del océano hace que las ballenas tengan también que viajar más lejos para alimentarse y se aproximen a rutas marítimas y áreas de pesca peligrosas.
“La población de la especie no está sana y pasar más tiempo buscando alimento puede acabar provocando más muertes, intensificando los desafíos a los ya se enfrenta,” decía el estudio.
La ballena franca del Atlántico Norte alumbra en invierno frente a las costas de Georgia y Florida antes de regresar en primavera y verano al golfo de Maine para alimentarse.
De movimiento lento y dócil, esta especie tiende a acercarse mucho a la costa. Este comportamiento las convirtió en un objetivo muy fácil para los balleneros, que redujeron dramáticamente su población a finales del siglo XVIII y XIX. La caza de ballenas francas del Atlántico Norte fue prohibida en 1935.
Se guardaban esperanzas que tras esta prohibición la población se recuperara, sin embargo la última década ha dejado claro que la especie se encuentra entre las especies más amenazadas del planeta. En 2017, murieron al menos 17 individuos de la su pequeña población y en 2018 no se produjo ningún nacimiento, lo que llevó a la toma de medidas urgentes para protegerlas de la pesca industrial y el tráfico marítimo.
El informe cuestiona la hipótesis de que la especie puede adaptarse rápidamente a las condiciones cambiantes de los océanos. Los autores escriben que “el bajo número de nacimientos es una señal de que la especie todavía no ha logrado alimentarse bien en estos nuevos hábitats alterados por esta crisis climática antropogénica.”
