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Credits: Patty Claussenius/COASST

El calentamiento del océano y la comida basura, causa de la mortandad masiva de aves marinas

En otoño de 2014, los residentes de la Costa Oeste de los Estados Unidos fueron testigos de un misterioso evento ecológico sin precedentes. Decenas de miles de pequeñas aves marinas empezaron a llegar muertas a las playas entre California y la Columbia Británica en lo que acabaría convirtiéndose en una de las mayores mortandades de aves marinas registrada nunca.

Una red de más de 800 científicos respondieron a la tragedia a medida que iban llegando más mérgulos sombríos (Ptychoramphus aleuticus) muertos a las playas. Paseantes y residentes locales fueron registrando el lugar y fecha de cada cuerpo que iban encontrando, incorporando los datos en una base de datos en tiempo real que ayudaron a los expertos a estudiar el evento según éste iba desarrollándose.

Los esfuerzos en la recopilación de toda esta información – junto con datos sobre la temperatura, la circulación oceánica y la abundancia de presas – han proporcionado la primera explicación definitiva de lo que mató a las aves marinas: la hambruna, provocada por cambios en las condiciones oceánicas relacionadas con el cambio climático. Un equipo internacional de cerca de 20 científicos procedentes de agencias federales, estatales y provinciales, universidades y organizaciones por la fauna silvestre publicaron sus resultados en la revista Geophysical Research Letters del pasado mes de abril.

“Este informe es muy importante para la comunidad científica porque ha dado con la causa de una importante mortandad poco común,” dice la autora senior Julia Parrish, profesora de Escuela de Ciencias Acuáticas y Pesqueras de la Universidad de Washington y directora ejecutiva del Equipo de Estudios de Aves Marinas y Observación Costera (COASST), uno de los grupos de ciencia ciudadana que contó los cuerpos sin vida.

“Estos eventos de mortalidad masiva son una llamada del ecosistema que nos dice que algo está yendo mal. Este informe puede usarse como prueba definitiva de las repercusiones de un mundo más caliente. Yel panorama es sumamente desolador,” dice Parrish.

El informe identifica la hambruna como la causa de la muerte de entre 250.000 y 500.000 mérgulos sombríos a finales de 2014. Se halló que su principal fuente de alimento – zooplancton conocido como krill y copépodos – fue mucho más pequeño y menos abundante que en años anteriores, obligando a las aves a alimentarse de “comida basura” menos nutritiva en lugar de alimentarse de su presa habitual, más nutritiva y energética.

Las temperaturas de la superficie del agua más altas frente a la costa del Pacifico – un fenómeno conocido como la mancha (blob) – se dieron por primera vez en otoño e invierno de 2013, y persistieron durante 2014 y 2015. Según los científicos, este evento fue probablemente el culpable de que las aves tuvieran que alimentarse de especies menos nutritivas. Los copépodos prosperan en aguas más frias. Cuando esta enorme ola de calor marino empezó a propagarse a lo largo de la costa, trajo con ella montones de copépodos más pequeños y menos nutritivos que típicamente se hallan en aguas más cálidas.

A lo largo del verano de 2014, la circulación oceánica mantuvo alejada esa mancha en el Pacífico Noroeste, creando un franja costera de agua fría llena de alimento energético frente a la costa de Oregon y Washington. Pero ese refugio colapsó a mediados de septiembre, cuando los cambios estacionales en la circulación oceánica cambiaron. Como resultado, el mérgulo sombrío que migraba hacia el sur tras reproducirse frente a la costa de la Columbia Británica perdió esencialmente su hábitat de forrajeo cerca de la costa.

Los autores dicen que el estudio es el primero que documenta la relación directa entre las olas de calor marinas y los eventos de mortandad de aves marinas.

La mancha caliente se sentó en la superficie del Océano Pacífico durante más de tres años. Tras la mortandad de mérgulos sombríos, tuvieron lugar cuatro eventos de mortalidad más que afectaron a otras aves marinas. Álcidos, frailecillos y, más recientemente, pardelas de Tasmania y fulmares boreales en el Ártico sufrieron un destino similar que el de los mérgulos sombrío, en lugares tan remotos como el mar de Chukotka.

“La historia del mérgulo sombrío es la puerta de una saga de mortandades múltiples de aves marinas sin precedentes, al menos por lo que sabemos hasta ahora,” dice Jones.

Es probable que la mortandad de mérgulos sombríos se repita para otras especies bajo los efectos del cambio climático, dice Parrish.

“Ha sido una oportunidad única de tener una ventana al futuro,” dice. “Estamos empezando a vislumbrar el aspecto que tendrá el ecosistema a gran escala en el futuro y de los ganadores y perdedores. En ese sentido, ha sido un enorme experimento natural.”

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