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Descubierta otra ballena gris muerta en aguas del estado de Washington

La ballena fue hallada el viernes por la mañana en una playa del Parque Nacional Olympic, en el estado de Washington, a pocas millas de la frontera con Canadá. El cuerpo presentaba una severa malnutrición.

La gran incógnita para los científicos es saber porqué estas ballenas no acumularon grasa suficiente en sus lugares de alimento antes de iniciar su migración anual hacia el sur.

“¿Tiene relación con las condiciones oceanográficas, en especial con varios de los cambios que está sufriendo el clima ártico?,” se pregunta el biólogo John Calambokidis, fundador de Cascadia Research Collective, quien lleva estudiando las ballenas grises desde la década de los 80.

Un portavoz de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) dice que científicos federales del estado de Alaska están examinando datos del año pasado para ver si pueden descubrir algo relevante.

¿Ha cambiado algo en sus lugares de alimento, en la población de sus presas, en la calidad de éstas – no tan ricas en nutrientes como deberían ser?

El número de muertes documentadas en la costa oeste de Norteamérica se eleva ya a 64 – tres en Alaska, 21 en Washington, 3 en Oregón y 37 en California.

“Es probable que el número sea mucho mayor porque se estima que solo un 10% de las ballenas muertas llegan a la costa,” dice. “Muchos cuerpos acaban hundiéndose.”

“Eso podría significar hasta 530 ballenas muertas, un número enorme para una población que se estima entre unos 20.000 y 27.000 y que no empezó a recuperarse de la caza comercial a finales de 1800 hasta hace unas décadas,” dice.

“Estamos a punto de superar esa cifra porque ahora justo están regresando al norte,” dice. “Solemos ver un pico en el número de varamientos en los meses de abril, mayo, junio e incluso julio, por lo que probablemte lo peor esté todavía por llegar. Las muertes documentadas podrían acabar siendo de cientos.”

Las ballenas grises realizan una de las migraciones más épicas del planeta. Entre primavera y otoño viven en las costas de Alaska, alimentándose de anfípodos bentónicos en el suelo marino y acumulando una gruesa capa de grasa. Luego, cuando las aguas empiezan a congelarse en octubre, inician su viaje anual nadando las 24 del día durante 6.000 millas hasta Baja California, México, donde alumbran a sus crías. En este viaje de ida y luego de vuelta apenas se alimentan, por lo que dependen totalmente de la grasa que han acumulado el año anterior.

NASA image

Calambokidis cree que las muertes podrían atribuirse a una combinación de aumento de la población y disminución de su presa.

Pero la hipótesis de que las ballenas han superado su “capacidad de acarreo” es algo que no convence a todos los científicos.

La ballena gris es el “canario en la mina” de los mares árticos y apenas hay información sobre el estado de sus áreas críticas de alimento en el Ártico. Lo que sí se sabe es que la falta de hielo en el Ártico está creando una situación catastrófica en su principal presa (anfípodos bentónicos) que dependen del hielo marino y de las temperatruras frías del agua.

Si persiste la tasa de mortalidad de la especie, quizás acabemos siendo testigos de un descenso devastador de la población como resultado directo del cambio climático.

Una vez común en todo el hemisferio norte, actualmente la ballena gris solo se halla en el Pacífico Norte, donde hay dos poblaciones morfológica y filogénicamente distintas: la oriental (la que está sufriendo la grave mortandad, a la izquierda del mapa de distribución) y la occidental, con una población de tan solo 200 individuos, que migra entre mar de Ojotsk y el sur de Corea.

Photo: ocean-institute.org

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