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Decenas de osos en una aldea rusa revela los estragos del cambio climático

Los osos polares se están alejando de sus rutas migratorias normales y entrando literalmente en las viviendas humanas de una remota aldea rusa. Se los ha visto merodear cerca de parques infantiles y avanzando por los pasillos de un bloque de apartamentos y oficinas. Exacto. Los osos polares no deberían estar buscando alimento en esta aldea ni mucho menos hacerlo en decenas. Que esté ocurriendo esto en Belushya Guba, un asentamiento ubicado en un archipiélago ártico de Rusia, revela cómo el cambio climático está llevando al oso polar a alejarse de sus rutas habituales. Y es algo que se sabía que acabaría pasando: el Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del planeta, las temperaturas están subiendo y el hielo marino, el hábitat principal del oso polar, se está reduciendo.

Las autoridades de este pequeño pueblo han declarado el estado de emergencia, una precaución razonable tras ser vistos 52 de ellos. Se han levantado vallas alrededor de las escuelas y los aldeanos han intentando ahuyentarlos con disparos de advertencia. Pero todo esfuerzo ha caído en vano. Muchos habitantes temen que tengan que dejar sus casas.

Ningún otro animal simboliza el calentamiento global como el oso polar. Durante las últimas tres décadas nos hemos acostumbrado a ver imágenes de osos desnutridos o deambulando solos sobre el hielo partido. Pero esta vez es distinto. No se trata de un oso polar aislado sino de un grupo de ellos y cuadra perfectamente. El cambio climático ya no es una amenaza futura que nos acecha. Está aquí.

La presencia de los osos también destaca otros problemas del Antropoceno – el nombre que los científicos han dado a nuestra era geológica, moldeada ya no por las fuerzas naturales sino por el comportamiento de la especie humana. Belushya Guba es una aldea remota pero está lejos de ser un lugar prístino. Los mares próximos han sufrido recientemente la primera prospección petrolera del Ártico. La precaria gestión de los desechos en esta región, lugar una vez de las pruebas nucleares soviéticas y todavía con una fuerte presencia militar, ha atraído a los animales hambrientos a los vertederos.

Los osos obviamente no buscan venganza. Somos nosotros los que estamos por todas partes y son los osos los que no tienen ningún otro lugar adonde ir. Y aun así no han faltado los titulares hablando de “invasión” y los artículos debatiendo la necesidad de “deportar” o “ejecutar”. El eco de la crisis de refugiados no es accidental. Cada vez son más las especies, incluida la humana, las que se están viendo obligadas a dejar sus lugares por culpa del cambio climático, intensificando el riesgo de conflicto.

Credits: Paul Nicklen

En diciembre de 2017, la atención mundial se centró brevemente en un vídeo de un oso polar esquelético en el Ártico canadiense que apenas podía sostenerse en pie. El Servicio Geológico de los Estados Unidos advirtió en 2007 que dos tercios de la población global de osos polares podría desaparecer en 2050 debido a la pérdida del grosor del hielo marino. Ese pronóstico no ha hecho más que confirmarse año tras año.

En el Ártico vive la población mundial de osos polares que se estima entre 22.000 y 33.000 individuos. A medida que el hielo se reduce debido al cambio climático, los osos tienen que viajar más lejos y gastar más energía para cazar focas, haciendo que algunos mueran de hambre en el proceso. Otros, como los vistos en Belushya Guba, se estarían alimentando de basura.

 

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