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Científicos ambientalistas piden una prohibición mundial de la purpurina

La purpurina podría ser más mortal para la vida marina de lo que muchos creen. Muchos científicos están abogando por su prohibición total, advirtiendo que provoca amenazas ecológicas en todo el planeta.

“Me preocupaba mucho cuando alguien regalaba a mis hijas algún gel de ducha con partículas de purpurina,” decía Richard Thompson, decano asociado de ciencia e ingeniería de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido. “Esas partículas van a parar al desagüe y acabarán entrando en el medio ambiente.”

Una vez liberada, esta purpurina se convierte en un subconjunto de basura plástica marina conocida como microplásticos.

Thompson ha liderado un estudio que ha hallado cantidades de trazas de plástico en uno de cada tres peces pescado en aguas británicas. Una enorme cantidad de este plástico puede haber llegado de la purpurina, explica, dado que su pequeño tamaño atrae a los peces y otros animales. 

Trisia Farrelly, de la Universidad Massey de Nueva Zelanda, comporte las inquietudes de Thompson y cree que “debería prohibirse porque es un microplástico y todos los microplásticos acaban en el medio ambiente”.

Los microplásticos, con un tamaño de menos de cinco milímetros, se encuentran esparcidos por todos los océanos del mundo, desde la superficie del mar al suelo marino. Estas diminutas partículas son luego ingeridas por el plancton, los peces, los crustáceos, las aves marinas y otros organismos marinos. Como máximos depredadores, las aves marinas se alimentan de peces, por lo que van acumulando la purpurina en sus estómagos provocándoles una sensación de saciedad y finalmente matándolas de hambre.

La purpurina es un elemento fundamental en artes y manualidades, pero también se puede encontrar en productos de cosmética, geles de baño y muchos otros productos para el consumidor. Farrelly dice que la purpurina es especialmente dañina ya que está hecha de aluminio y de un plástico llamado PET.

Farrelly lideró un estudio en el que observó que los PET (tereftalato de polietileno) se fragmentan y liberan químicos que provocan alteraciones hormonales en los animales, pudiendo llegar a causar cánceres y enfermedades neurológicas.

Los científicos estiman que cada año acaban en los océano del mundo unos 8 millones de toneladas métricas de microplásticos. Todavía se desconoce la cantidad de purpurina que se filtra al medio ambiente y a través de qué vías llega al mar.

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